"Era un sueño, que creía como el humo, un abrazo que soñaba volandero,
deseaba ver su cara en mi regazo, para darle el mundo entero como un premio,
cuántas noches tiritando sin un techo, rebuscando en la basura, por el suelo,
dime cuanto habrás pasado en tu silencio, en tus ojos la belleza de lo etéreo."
A Gala, Mila.
Hace un año me imaginaba que algún día tendría un galgo, que todo lo que yo veía a través de Internet, todo ese sufrimiento, el dolor que padecían, las humillaciones, el abandono, todo eso, yo podría hacer algo. Nunca pensé que ocurriría tan rápido. El día 26 de febrero cumplía 34 años y un sueño. El sueño se llamaba GALA.
Hace una año que está en casa y poco a poco va conociendo la felicidad. Verla correr libre por la playa, es una de las cosas que más felices me hace en el mundo, poder acariciarla sin que salga huyendo, poder abrazarla, poder besarla y que no se asuste... hoy la he cogido en brazos y se ha echado sobre mi. Cuando la vi cerrar los ojos y quedarse dormida en mi regazo recordé cómo era cuando vino. Tenía tanto miedo al contacto físico que no era capaz de quedarse quieta cuando la tocabas o cuando la mirabas de cerca.
Hace un año que venía en el coche desde Madrid, llorando como una niña, muerta de miedo por no saber cómo saldría todo, era como tener un bebe nuevo en casa. La ilusión, la emoción, la esperanza y como no, el orgullo de tener a Gala se me agolpaba en la garganta.
Hace un año y parece que llevara toda la vida junto a mi. La entiendo tanto que creo que está conmigo desde cachorrina. Y cada día me doy cuenta de lo buena que es, lo bien que se comporta, la sumisión que tiene hacia todos, el grandísimo corazón de un animal, de "éste" animal, que cada día me enamora más.